Isabel González Pérez
(...) Ahí estaba, ese abismo intenso e interminable;
Delante de mis ojos, como desafiando...
Impenetrable en toda su grandeza, lejano y a la vez muy cerca,
Cerca, de arrojarme en sus entrañas...
Lo imperturbable de la Noche y lo sublime de la Luna, sola en su pesar,
Fueron la sazón del grave condimento de vivir a merced de ese abismo inocuo.
... Apenas desperté de mi sueño,
Descubrí que aun estaba ahí... solo que esta vez, ya había amanecido victoriosamente,
Y el Sol brillaba en todo su esplendor, adornando cada cornisa
De ese abismo, que para entonces, era mi ABISMO (…)
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